Triple Filtro


   En la antigua Grecia, Sócrates fue famoso por la práctica de su conocimiento, con alto respeto.
   Un día un conocido se encontró con el gran filósofo y le dijo:

   -"¿Sabes lo que escuché acerca de tu amigo?"
   -"Espera un minuto,  replicó Sócrates.
Antes de decirme cualquier cosa quisiera que pasaras un pequeño examen.
Es llamado el examen del triple filtro."

   -"¿Triple filtro?"
   -"Correcto," continuó Sócrates.
"Antes de que me hables sobre mi amigo,
puede ser una buena idea tomar un momento y filtrar lo que vas a decir.
Es por eso que lo llamo el examen del triple filtro.

   -"El primer filtro es la verdad.
¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a decirme es cierto?"
   -"No," dijo el hombre, "realmente solo escuché sobre eso y..."
   -"Muy bien," dijo Sócrates. Entonces realmente no sabes si es cierto o no!

   Ahora permíteme aplicar el segundo filtro, el filtro de la bondad.
¿Es algo bueno lo que vas a decirme de mi amigo?"
   -"No, por el contrario..."
   -"Entonces, " continuó Sócrates, "tú deseas decirme algo malo sobre el,
pero no estás seguro de que sea cierto.
Tú puedes aún pasar el examen, porque queda un filtro:

El filtro de la utilidad.
¿Será útil para mí lo que vas a decirme de mi amigo?"
   -"No, realmente no."
   -"Bien," concluyó Sócrates,
"si lo que deseas decirme no es cierto ni bueno e incluso no es útil,
¿por qué decírmelo?"

Socrates fue un gran filósofo y ganó un alto respeto.
Usa este triple filtro cada vez que oigas comentarios sobre
alguno de tus amigos cercanos y queridos o de cualquiera en cuestión.
autor desconocido


Reflejo de tus actos


No eres responsable de la cara que tienes, eres responsable de la cara que pones.

Se dice que hace tiempo, en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada.
Cierto día, un perrito buscando refugio del sol,
logró meterse por un agujero de una de las puertas de dicha casa.

El perrito subió lentamente las viejas escaleras de madera.
Al terminar de subirlas se topó con una puerta semi-abierta; lentamente se adentró en el cuarto.
Para su sorpresa, se dio cuenta que dentro de ese cuarto habían 1000 perritos más,
observándolo tan fijamente como él los observaba a ellos.

El perrito comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco.
Los 1000 perritos hicieron lo mismo.
Posteriormente sonrió y le ladró alegremente a uno de ellos.
El perrito se quedó sorprendido al ver que los 1000 perritos también
le sonreían y ladraban alegremente con él.
Cuando el perrito salió del cuarto se quedó pensando para sí mismo:
"¡Qué lugar tan agradable... voy a venir más seguido a visitarlo!"

Tiempo después, otro perrito callejero entró al mismo sitio y se encontró en el mismo cuarto.
Pero a diferencia del primero, este perrito al ver a los otros 1000 perritos del cuarto se sintió amenazado ya que lo estaban viendo de una manera agresiva.
Posteriormente empezó a gruñir, obviamente vio como los 1000 perritos le gruñían a él.
Comenzó a ladrarles ferozmente y los otros 1000 perritos le ladraron también a él.
Cuando este perrito salió del cuarto pensó:
"¡Qué lugar tan horrible es éste... nunca más volveré a entrar allí!".

En el frente de dicha casa se encontraba un viejo letrero que decía:
"La casa de los 1000 espejos".

Todos los rostros del mundo son espejos.
Decide qué rostro llevarás por dentro y ése será el que mostrarás.
El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás.

Las cosas más bellas del mundo no se ven ni se tocan, sólo se sienten con el corazón.
(Autor desconocido)




Una Sonrisa

Una sonrisa no cuesta nada
pero vale mucho.
No empobrece a quien lo da
y enriquece a quien la recibe.
Dura sólo un instante
y perdura en el recuerdo
eternamente.
Es la señal externa
de la amistad profunda.
Nadie hay tan rico
que pueda vivir sin ella,
y nadie tan pobre
que no la merezca.
Una sonrisa
alivia el cansancio,
renueva las fuerzas
y es consuelo en la tristeza.
Una sonrisa tiene valor
desde el momento que se da.
Si crees que a ti la sonrisa
no te aporta nada,
sé generoso y da una de las tuyas
porque nadie tiene tanta necesidad
de una sonrisa como quien no sabe sonreír.
desconozco su autor