Calma mis pasos, Señor


Calma mis pasos, Señor
DESACELERA los latidos de mi corazón,
calmando mi mente

DISMINUYE mi ritmo apresado
con una visión de la eternidad del tiempo

En medio de las confusiones del día a día, 
DAME la tranquilidad de las montañas

RETIRA la tensión de mis músculos y nervios
con la música tranquilizante de los ríos de aguas constantes
que viven en mis recuerdos

AYÚDAME
a conocer el poder mágico
y reparador del sueño

ENSÉÑAME
el arte de tomar pequeños descansos:
reducir mi ritmo para contemplar una flor,
charlar con un amigo, acariciar a un niño,
leer un poema, oír una música preferida

CALMA MIS PASOS, SEÑOR,
para que yo pueda percibir en medio de la incesante labor cotidiana,
de los ruidos, luchas, alegrías, cansancios o desalientos
TU PRESENCIA constante en mi corazón

CALMA MIS PASOS, SEÑOR,
para que yo pueda entonar el cántico de la esperanza,
sonreír para mi prójimo
y callarme para escuchar TU VOZ

CALMA MIS PASOS, SEÑOR,
e inspírame a enterrar mis raíces en el suelo de los valores duraderos de la vida,
para que yo pueda crecer hasta las estrellas de mi destino mayor

GRACIAS SEÑOR!!!
Por el día de hoy,
por la familia que me diste,
por mis hermanos de la vida, mi trabajo,
y sobretodo por TU presencia en mi vida.
Amén

Wilferd A. Peterson








Ahora Señor, voy a cerrar mis párpados:
hoy ya han cumplido su oficio.
Mi mirada ya regresa a mi alma tras de haberse paseado
durante todo el día por el jardín de los hombres.

Gracias, Señor, por mis ojos, ventanales abiertos sobre el mundo;
gracias por la mirada que lleva mi alma a los hombres
como los buenos rayos de tu sol conducen el calor y la luz.

Yo te pido en la noche, que mañana, cuando abra mis ojos al claro amanecer,
sigan dispuestos a servir a mi alma y a mi Dios.

Haz que mis ojos sean claros, Señor.
Y que mi mirada, siempre recta, siembre afán de pureza.
Haz que no sea nunca una mirada decepcionada, desilusionada, desesperada,
sino que sepa admirar, extasiarse, contemplar.

Da a mis ojos el saber cerrarse para hallarte mejor,
pero que jamás se aparten del mundo por tenerle miedo.

Concede a mi mirada el ser lo bastate profunda como para conocer tu presencia
en el mundo y haz que jamás mis ojos se cierren ante el llanto del hombre.

Que mi mirada, Señor, sea clara y firme,
pero que sepa enternecerse y que mis ojos sean capaces de llorar.

Que mi mirada no ensucie a quien toque,
que no intimide, sino que sosiegue,
que no entristezca, sino que transmita alegría,
que no seduzca para no apresar a nadie, sino que invite y arrastre al mejoramiento.

Haz que moleste al pecador al reconocer en ella tu resplandor,
pero que sólo reproche para despertar.
 
Haz que mi mirada conmueva las almas por ser un encuentro, un encuentro con Dios.
Que sea una llamada, un toque de clarín que movilice a todos los parados en las puertas,
y no porque yo paso, Señor, sino porque pasas Tú.

Para que mi mirada sea todo esto Señor,
una vez más en esta noche yo te doy mi alma y mi cuerpo y mis ojos.
Para que cuando mire a mis hermanos los hombres sea Tú quien los mira y,
desde dentro de mí, Tú les saludes.

Michel Quoist