Reflexiones sobre Versículos Bíblicos



¿Creer en Dios o Creer a Dios? 





Romanos 4:3
Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.


1 Juan 5:9
Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios.



–Creo en Dios, me decía una amiga, pero me hago toda clase de preguntas.
–Crees en Dios, le contesté, pero ¿crees a Dios?
–¿Cuál es la diferencia?, me preguntó ella.

–Creer en Dios significa primeramente creer en su existencia.
Es creer que todo no es cuestión de casualidad, sino que hay una voluntad en el origen de todo.
En las Escrituras “creer en Dios” significa aún más.
Es aceptar que Dios es el Dios vivo que existe, obra y juzgará a cada uno.
Pero creer en Dios no basta para ser salvo,
sino que para estar en regla con Dios, es necesario creer a Dios.

–Entonces, ¿qué quiere decir creer a Dios?
–Creer a Dios es confiar en Él cuando habla,
es aceptar que lo que Él dice es la verdad,
y reconocer su autoridad.
 
Él habla en la Biblia y me afirma que soy un pecador perdido,
pero que Él desea salvarme por medio de Jesucristo.
Creer esto conduce al arrepentimiento y a ser consciente de que mis faltas me separan de Dios.
Esto también conduce a clamar a Él para ser liberado y recibir gratuitamente su perdón y su amor.

Entonces también puedo creer a Dios para vivir cada día en relación con Él.
Plenamente persuadida de que Dios dice la verdad en su Palabra,
puedo confiar en sus promesas.
Esta confianza orienta toda mi vida, cambia mis pensamientos y me da completa paz.

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Credulidad e Incredulidad





• La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.
– Romanos 10:17

• Maldito el varón que confía en el hombre…
Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor.
– Jeremías 17:5-7


En su obra: «Pensamientos», Blaise Pascal escribió: «Los incrédulos son los más crédulos».
En su brevedad, esta paradoja expresa una realidad a menudo puesta en evidencia.

Muchos hombres proclamaron su incredulidad en Dios
pero no vacilaron en consultar algún astrólogo acerca de su porvenir.
En nuestro mundo materialista muchas personas están dispuestas a confiar ciegamente en gurús
cuya influencia espiritual a menudo se vuelve la dominación de mentes y cuerpos.

Esta credulidad muchas veces se asocia a una incredulidad profunda en Dios.
El hombre prefiere confiar en pensamientos humanos extravagantes antes que
en las afirmaciones de Dios.

Sin embargo, él se reveló en la Biblia,
en la que nos da a conocer sin equívoco nuestro origen,
nuestra condición, nuestro porvenir.
¡Aun hizo más!

Vino a la tierra en la persona de Jesucristo, Dios hecho hombre,
para que el Creador pudiera darse a conocer y que su criatura lo acepte.

El cristiano no confía, pues, en una doctrina, sino en Dios.
La fe no es una adhesión más o menos fuerte a un sistema de pensamientos concebido
por otro hombre, sino un ancla segura y firme del alma que cree al Dios Salvador y
se funda en él, en lo que ha dicho y ha hecho.
Vale la pena creer en Dios.
Sólo él es infalible y no engaña.

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