Reflexiones sobre Versículos Bíblicos



Mateo 5:13
Vosotros sois la sal de la tierra.
Pero si la sal se vuelve insípida, ¿cómo recobrará su sabor?
Ya no sirve para nada, sino para que la gente la deseche y la pisotee.






Somos la sal de la tierra


Hemos quizás oído muchas veces que somos la “sal de la tierra”.
Incluso, Dios nos ha ordenado serlo, así como la “luz del mundo”.
Para saber en qué consiste ser la sal de esta tierra,
veamos primero algunas características de la sal:

1- La sal purifica:
cuando aplicamos sal a algún objeto lo limpia, previene la infección y la corrupción;
¿estamos purificando nosotros nuestro mundo?

2- La sal sana:
con ella se cierran las heridas.
Vivimos en un mundo necesitado, con gente que ha sido herida y necesita sanidad;
¿somos una influencia sanadora?

3- La sal preserva:
preserva de la descomposición, la podredumbre, el desgaste, la contaminación.
Mantiene lo bueno y desarrolla la vida;
extiende o preserva la vida de los alimentos por más tiempo,
o incluso los colores originales de las plantas y verduras.
Esto tiene lugar porque hace cesar la actividad de las bacterias,
responsables de la descomposición.

4- La sal da sabor:
potencia los sabores, elimina los sabores ácidos;
incluso la sal al ser consumida induce a provocar un mayor apetito por los alimentos.
La sal hace que el mundo sea un lugar mejor para vivir.
Los cristianos-sal añaden sabor y gusto a la vida; es agradable estar con ellos.

5- La sal produce sed:
hace surgir una profunda ansia interior.
Un cristiano-sal hará que las ovejas perdidas ansíen agua.
El mundo también debe desear el agua de vida,
anhelando lo que nosotros tenemos, a Jesucristo.

Existen muchos otros usos y beneficios de la sal:
la sal se emplea en los lugares de clima frío para derretir la nieve acumulada
y prevenir la formación de hielo.

En la antigüedad,
se empleaba la sal como aislante de los refrigerantes para hacer comestible el helado
durante el mayor tiempo posible.
Se emplea a veces como quitamanchas,
para limpiar la cubertería de cobre, para mantener las brasas de un fuego;
en los recipientes quita los olores, restaura esponjas al ser bañadas en salmueras,
sirve para suavizar el agua y evitar así las incrustaciones de sales minerales en las tuberías
y depósitos de agua potable.

En los años veinte,
la compañía estadounidense Diamond Crystal Salt Company de Míchigan publicó un folleto
en el que describía casi cien posibles empleos de la sal.

¿Nos queda alguna duda del por qué Jesucristo dijo que somos la sal de la tierra?

Hemos sido llamados para sanar, para preservar, para dar sabor, para producir sed,
para combatir males y circunstancias adversas,
para aislar o separar, para limpiar, para proporcionar un olor grato…
y ¡mucho más!

Fuente:
reflexionescristianas




Ustedes son la sal que puede dar sabor a la vida


Ser la sal hoy en día, en tiempos de crisis,
ser la sal para seguir dando sabor al día a día,
para generar un sentido, un sentido de amor,
sencillez y plenitud.

Ser la sal donde se haya perdido el sabor,
donde el odio, el miedo, la duda, el desamor, las mentiras ...
hayan generado platos de vida insípidos.

Ser la sal para dar vida, ser sal, en su justa medida,
pues no vayamos a pasarnos y dejar el plato incomible.
Ser esa pizca de sal, sólo pizca, porque de "las pizcas"
y de los pequeños es el Reino de los Cielos.

Pero también sal que puede resultar incómoda,
también esa sal que haga escocer los ojos de tiranos,
usurpadores, de ladrones y mentirosos,
de portadores de injusticias y escándalos fiscales,
que hagamos que sus ojos escuezcan para que así lloren
y se limpien y vean todo el mal que generan.

Y también sal que derrite el hielo,
derritiendo corazones helados por el odio,
la envidia y la avaricia,
convirtiéndolos en agua que calme la sed de justicia.

Y así, amigas y amigos, a ser sal cada día y si se nos acaba
se la pedimos a alguien, qué será por sal en esta vida ...

Carmen Almansa, Madrid
eclesalia.wordpress.com/




Somos luz, somos sal


Somos luz, para alumbrar,
no para enceguecer,
para guiar y no atrapar.
Somos sal para sazonar,
dar sabor, preservar.
No se puede esconder ni disimular
nuestra luz,
resplandece en medio de las tinieblas,
ilumina senderos en la oscuridad.
Voces que rompen los silencios,
que dejan oír la voz de Dios,
entre rumores de llanto y desesperación.
Si nuestra sazón se desvaneciera,
si dejamos de dar testimonio,
si nuestra voz se silenciara,
no habría quien predicara la esperanza.
Somos faros en medio de la mar revuelta,
un grito que retumba en el desierto,
en la soledad de corazones abatidos,
luz transformadora.
Somos lumbreras, comunicamos vida,
reflejamos la luz de Cristo.
¡Somos la luz del mundo!

Rev. Obed Juan Vizcaíno Nájera





Meditación – contemplación 


Puedo desplegar mi capacidad de sazonar
o puedo seguir toda mi vida siendo insípido.
Puedo vivir encendido y dar calor y luz
o puedo estar apagado y llevar frío y oscuridad a todas partes.
Soy sal para todos los que me rodean
en la medida que hago participar a otros de mi plenitud humana.
Soy luz en la medida que vivo en mi verdadero ser
y muestro a otros el camino que les puede llevar a ser.
No intentes sazonar antes de convertirte en sal,
solo conseguirás comunicar tu insustancialidad.
No intentes dar luz, antes de arder.
Solo conseguirás atormentarte.

Fray Marcos (Tomado de Pregón Cristiano)